Lucas


Introducción

Esta es la historia de una jovencita, la cual tiene que cuidar a Lucas, el juguete favorito de su sobrina. ¿Puedes comunicarte con tus muñecos?


Capitulo 1

 El día de ayer me visitó mi sobrina, quien trajo alegremente un muñeco a mí casa. Tal parecía que lo adoraba, ya que estuvo con él la mayor parte del tiempo. Era intrigante ver cómo es que lo llevaba en sus brazos, e incluso le daba sus paseos.


Luego de una tarde de risas y entretenimiento a su lado, el padre la vino a buscar. Estaba tan cansada de tanto juguetear con su muñeco, que sin darse cuenta se lo olvidó en mi cuarto. En su principio el juguete parecía inofensivo, no era algo que le habría prestado mucha atención. Sin embargo, en cuanto avanzaba la noche, éste comenzaba a dar una impresión diabólica. Era como si alguien te estuviese observando, sin siquiera poder ver el rostro de aquello que acechaba.


Ya era muy de noche para seguir despierta, así que me encargué de apagar las luces e irme a dormir. La habitación había quedado en absoluta oscuridad, con un silencio ensordecedor. Cosa que no era para nada normal en mi hogar, mucho menos en mi cuarto. Habrían pasado una hora y media o tal vez menos, cuando de repente se escucharon ruidos que jamás se habían hecho presentes en mi casa. Pisadas retumbantes se oían por doquier, e incluso el mismo sonido de un cascabel con su respectivo tintineo. La llave del cuarto parecía sonar como si alguien estuviese jugando con ella, intentando dar luz en el momento menos preciso.


Recuerdo en algún momento, mientras jugueteaba con mi sobrina, que esta llegó a decir algo que no pude llegar a entender. Al menos no hasta este preciso momento. «¡Mira tía! Él es Lucas, le gusta jugar en las noches», recordé mientras era testigo de todos los ruidos desconocidos. Tal vez sea mi subconsciente, pero presiento que éste juguete no es para nada inofensivo. No sé de dónde proviene, ni de dónde lo obtuvo mi sobrina.


A decir verdad, algo que me pasa muy seguido, es que soy capaz de presentir cosas que en algún futuro incierto puede llegar a cumplirse. La sensación que se mantuvo ante mí en aquellas circunstancias, eran totalmente amenas a lo que podría decirse de la realidad. Es posible que no sea la única en sentir aquello que parece ser una especie de vibración o sensación de que alguien está parado detrás de tí, respirando fuertemente, esperando el momento en el que te des la vuelta para de esa manera darte el susto de la vida.


Esa noche, además de sentir la sensación antes mencionada, pude notar como el lugar se volvía frío y oscuro. Un ambiente perfecto para lo que muchos consideran seres paranormales. Lo cual me lleva a contarles el hecho de que extrañamente sentía a alguien acostado a mi lado, cuando en realidad no había absolutamente nadie. Solo el muñeco llamado Lucas sentado en la silla frente a mi cama.


Entre sensaciones y anormalidades, he llegado a escuchar una risa macabra, que me obligo a levantarme repentinamente y correr tras la llave de mi cuarto, para así dar luz y ver lo que estaba sucediendo. Sin embargo, al hacerlo, no había nada más que una cortina moviéndose al compás de una leve brisa repentina. En ese momento solo sentía como mi piel se erizaba. Con miedo, presionada por la soledad y la aceleración de mi respiración, decidí acercarme al lugar para revisar que fue aquel extraño movimiento. Estaba aterrada porque era imposible que la cortina se moviese levemente, ya que no había forma de que ingrese el viento, ni mucho menos una pequeña brisa. Sin embargo, al expandir la cortinilla, no pude ver nada más que una ventana cerrada, sin pruebas de acceso o agujeros por donde entrase el viento.


Regrese a mi postura firme y me direccioné a la llave para volver a dormir. Me acosté, pero en cuanto lo hice, en una de las repisas que tengo en la esquina observé como dos pequeños luceros me miraban fijamente. Cansada de ser engañada por la mente, corrí despavoridamente a la llave para encender la luz nuevamente. Me llamó bastante la atención el hecho de que el muñeco se encontraba sentado en ese mismo lugar, y no donde realmente debería estar, que ese momento era la silla. En ese momento lo entendí todo, y aún aterrada y con miedo, me fuí a dormir con la esperanza de que todo resultase ser un mero sueño.


Se suponía que al día siguiente, al muñeco lo vendrían a buscar para llevárselo y regresarlo a su dueña, pero por circunstancias imprevistas, «Lucas» se quedó una noche más en mi casa. No me agradó para nada la idea de dormir otra noche con la presencia de ese muñeco, sin embargo, no tenía otra opción.


Debido a las causas provocadas la noche anterior por este mismo muñeco, preferí llevarlo dentro del armario. Me pareció más seguro, me generó más seguridad en mí. Así que lo hice, cerré las puertas y me fui a dormir.


Por la madrugada se volvieron a escuchar los mismo ruidos que la noche anterior, pero esta vez fueron más fuertes. Así que enseguida prendí la luz y fui a mirar el armario, cuando me fijé, Lucas no estaba. Fue en ese preciso momento en el que empecé a sentir mis manos frías, el escalofrío recorría por todo mi cuerpo, me temblaban los pies. En mi mente se cruzaban muchos pensamientos perversos que podrían pasar. Cuando giro para ir a la cama corriendo y taparme con la frazada hasta la cabeza, veo que Lucas estaba sentado en mi cama mirándome fijo y con una sonrisa malvada. Pegue un grito y fue ahí donde el muñeco se me vino velozmente hacia mí y me tumbó, empujándome hasta el armario, donde me golpeé la cabeza, cayendo así totalmente desvanecida.


Habré estado un par de horas inconsciente, pero cuando desperté, me encontré en un cuarto que no era mi habitación. Era un lugar mucho más grande, de paredes altas y frías, sólo una lámpara en el medio, mientras que los alrededores eran totalmente oscuros. 


Me levanté de ese lugar asqueroso, ya que habían bichos y ratas caminando. me esforcé en mirar mejor, pero era mucho el dolor en mi frente. Al tocarme la herida de aquel golpe con el armario, sentía como la sangre chorreando. Entre la oscuridad, empecé avanzar, me daba temor tropezarme con algo o chocarme con alguien, ya que no me explicaba como aparecí ahí, ni siquiera sabía dónde estaba y quién me trajo. Es allí donde recordé a Lucas y supuse que él me debió haber traído hasta aquí.


Avancé hacia la luz, tomé la lámpara y la posicioné en dirección a una de las paredes. Alcancé a ver una puerta que por la rendija se asomaba una luz brillante. Voy hacia ella buscando como salir de aquí. Cuando abro la puerta me encuentro a Lucas sentado en una silla balanceándose, de golpe se cierra la puerta detrás mío. Las luces se enloquecen y los objetos que le rodeaban empezaron a volar y azotar con fuerza, junto a ello se sentía un olor fétido.


Intenté abrir la puerta y no pude, todo se volvía cada vez más oscuro, frío, incluso la risa de Lucas se hacía cada vez más fuerte. Observé de reojo y ví una silueta mucho más grande que yo, la cual me dejó pequeña, me envolvió con su oscuridad. En un momento se oyó una voz que decía «Quiero tu alma», entonces me desesperé y empecé a gritar. Intenté abrir nuevamente la puerta, que por suerte se abrió. Sin embargo me encontré con un chico joven, de pelo corto un tanto morocho, piel blanca y ojos marrones oscuros. Este me agarró el brazo y me llevó a otra habitación, del miedo que tenía no me dio tiempo de detenerme y decirle algo, simplemente me sacó del lugar.


El muchacho me había llevado a una habitación con luz y calefacción. Cerró la puerta, me miró con una sonrisa de confianza, y empezó a contarme cómo llegó a ese lugar. Según él, vivió una situación muy similar a la mía. No se porque, pero me dio la sensación de creer y confiar en él. Ya que era mi única salvación, el único que podría ayudarme a salir de ese lugar horrible y tenebroso.


Ambos nos dispusimos a buscar una salida, observamos que cada cuarenta y cinco minutos el ambiente se pone oscuro, sale un olor feo, empiezan los ruidos y a pasar cosas paranormales. Cada vez se ponía más intenso, ambos tendríamos más dificultad para salir. Veíamos que estábamos encerrados como en un laberinto, así que salimos rápido a buscar de un lado a otro si había algo que nos llevará a una salida antes de los minutos mencionados.


El chico que me acompañaba, se puso a tocar cada parte de las paredes que nos rodeaba. Alcanzó a decir que posiblemente en algún lado exista una grieta para que podamos escapar, lo cual me pareció extraño, ya que nos sería imposible cruzarla. Aun así, me dispuse a buscar, porque otra idea no tenía. A fin de cuentas, parece que él sabe cómo escapar.


En la búsqueda de una imperfección, Lucas, del otro lado del cuarto, empezó a saltar provocando que todo el suelo temblara. El muñeco a pesar de ser un juguete, tenía un claro poder por sobre la realidad. Jhona, el joven que estaba conmigo, empezó a lagrimear de forma involuntaria. El liquido que este expulsaba de sus ojos era de color negro, pero en cuanto pasó su mano para secarse, se alcanzó a notar lo espeso que era y su color rojizo intenso.


Al verlo, me desesperé, creyendo que fallecería, y que ya no podría salir de este lugar. No obstante, Jhon, tomó mi mano y dijo que de aquí saldría como fuese. En cuanto expresó aquello, Lucas entró al cuarto. La escena fue terrible. El muñeco tiró abajo la puerta que nos separaba, su cabeza se movía de un lado a otro, sus manos se extendían como el de una bestia y su risa, era lo más macabro posible. Mi héroe, había sido atrapado por el juguete, siendo así el sacrificio de mi libertad. En cuanto ví como Lucas abrió su enorme boca, para poner la cabeza decapitada de Jhon, una luz intensa, me despertó.


Mi sobrina, estaba acostada a mi lado, abrazando a su muñeco, mientras éste sonreía complacido.








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